Fecha: Octubre de 2014
Lugar: Cementerio de Père-Lachaise (Paris, Francia)
Objetivo: Encontrar la mítica tumba donde yacen los restos de Jim Morrison
El cementerio de Père-Lachaise, ubicado al este de Paris es, no solo el más grande de la ciudad, sino uno de los más importantes del mundo. Sus 43 hectáreas contienen más de 70 mil tumbas, 5300 árboles y una infinidad de cuervos que le dan al lugar un aspecto solemne, aunque no lúgubre. Ideal para recorrer en una tarde otoñal
Inaugurado en 1804 y resistido inicialmente por los parisinos por encontrarse en las afueras de la ciudad, no fue hasta entrada la primera década del siglo XIX que comenzó a construir su mito, al recibir los restos de personalidades famosas de la cultura francesa como Moliere y La Fontaine
Entre sus huéspedes más famosos se encuentran el novelista Honoré de Balzac, el sociólogo Pierre Bourdieu, la bailarina estadounidense Isadora Duncan, las cantantes Edith Piaf y María Callas, además de celebridades como Frederic Chopin y Oscar Wilde.
Incluso su suelo alberga los restos del escritor argentino Juan José Saer y se pensaba enterrar ahí a Juan Bautista Alberdi, y a pesar de que su cadáver nunca llegó a Père-Lachaise, existe una lápida con busto a su nombre.
Pero su tumba más visitada es una de las más difíciles de localizar, además de ser la que más actos de vandalismo sufrió: la de Jim Morrison
Cuando a principios de 1971, intentando escapar de la presión
que suponía ser el líder de The Doors, Morrison se radicó en Paris con su novia Pamela Courson, nada hacía
prever un final tan cercano.
Mostrándose amable con los pocos fans que lograban
reconocerlo en sus largas caminatas por la zona de Le Marais, Mr Mojo Risin aparecía algo
más delgado y de mucho
mejor semblante que en la grabación de L.A
Woman, su ultimo disco de estudio con la banda.
Sin embargo, el 3 de julio no sería un día más. De hecho sería
el último de su vida
Lo habían empezado yendo al cine y lo continuaron viendo
viejas peliculas super 8 en el departamento. Jim no paraba de toser, incluso a
veces con sangre. Decidió darse un baño, mientras Pamela se acostaba, y cuando
ella despertó, lo encontró inconsciente en la bañera.
El médico lo declaró muerto por un paro cardíaco y no
requirió de una autopsia, lo que daría lugar a innumerables leyendas sobre la
verdadera causa de su muerte, que muchos incluso pusieron en duda.
El tiempo apremiaba. Tenía solo 4 días en Paris y solo unas horas para recorrer el cementerio más famoso del mundo y encontrar su mítica tumba
Al ingresar, Père-Lachaise es como cualquier otro cementerio,
salvo por el detalle que si te acercás a la oficina de informes podés solicitar
un mapa para poder orientarte y encontrar alguno de sus puntos de interés
Pero, o el mapa no era demasiado claro o el jet lag que
arrastraba desde Barcelona se estaba haciendo sentir, lo cierto es que en un
momento, perdido y viendo que me alejaba cada vez más de la “zona turística” un
empleado se acercó y me preguntó en francés a quien buscaba y me indicó que
estaba yendo exactamente para el otro lado
Apuré el paso. Quedaban 40 minutos para el cierre del
cementerio y por más glamour que tenga, la idea de pasar la noche junto a las
tumbas más reconocidas de Europa no estaba en mis planes, así que volví a la Rotonda Casimir Perier que oficiaba de “kilómetro 0” y seguí con mi búsqueda.
Según testigos el entierro de Jim Morrison el 7 de julio de 1971 fue muy solemne, con solo un puñado de allegados (Pamela, su manager, su joven secretario y un par de amigos, entre ellos su ex compañero de facultad Alain Ronay) que solo permanecieron el tiempo suficiente para dejar unas flores sobre su ataúd de 366 francos.
Y ahí estaba yo 44 años después tratando de orientarme con un mapa mal impreso en medio de bóvedas centenarias, incluso algunas abiertas.
Sentía que estaba cerca. Trataba de recordar como era esa tumba que había visto varias veces en fotos y si bien sabía que no era fácil de encontrar, también sabía que no era inaccesible.
Sin embargo me llamaba la atención la poca gente que había a mi alrededor. Hasta que ví a alguien que podría ayudarme.
De mediana edad, anteojos, barba y andar sereno, no se veía como un típico fan de Los Doors (yo tampoco), sino más como un estudiante de Puan, pero estaba seguro que buscaba lo mismo que yo.
Me acerco y le pregunto en inglés si estaba buscando a Jim Morrison. Me miró con aire de superioridad (“novato” debe haber pensado) y me dijo: “no, de hecho estoy buscando la tumba de (el poeta) Apollinaire. Pero creo que puedo ayudarte”
Agarró mi mapa y me dijo: “el problema es que estas confundiendo el número de lapida con el número de parcela. La de Morrison es la 46, así que es para el otro lado”.
París, la ciudad en donde los baños públicos se desinfectan automáticamente luego de cada uso y donde podés desenchufar y llevarte un auto eléctrico de la calle si no querés tomar su perfecto servicio de transporte público, no era capaz de dividir con números y letras las tumbas de las parcelas de su cementerio más famoso.
Volví a la Rotonda, el lugar que había pasado tantas veces para orientarme, caminé unos pasos, y cuando pensé que el estudiante de Letras había fallado en su orientación empecé escuchar algo de música. Seguí el sonido, que ya reconocía como Riders on the Storm, y finalmente, semitapada por un árbol y detrás de un vallado la tumba más famosa de Père-Lachaise se hizo presente
Es extraño describir lo que sentí. No éramos más de diez, algunos fumaban, otros escuchaban música, alguno parecía llorar. Yo sacaba fotos tratando de no caerme subido a un monumento que ayudaba aun más a la privacidad de ese pequeño espacio.
Me tomé unos minutos en silencio para recordar al mito aprovechando los últimos rayos de sol de la tarde parisina y me fui, dejando a Jim seguir con su sueño eterno
*La hipótesis más aceptada sobre la muerte de Morrison está relacionada a la inhalación de heroína de máxima pureza, lo que sumado a los problemas respiratorios de Jim, sus años de excesos y la poca respuesta de Pamela, llevaron al paro cardíaco que acabó con su vida
@aledocarmo
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