Mujeres. De todas las edades, todos los colores y todos los
tamaños. Ese fue el motivo por el cual Ian Fraser Kilmister decidió agarrar una
guitarra y setear de manera definitiva los estándares del modo de vida rockero que seguía al pie de
la letra el axioma “Sexo, drogas y rock n roll”.
El joven Lemmy (apodo que se ganó por su constante pedido de
préstamo de dinero “Lemmy a quid till Friday")[Prestame unos mangos hasta el viernes], aprendió que con una guitarra en la mano su atracción hacia el sexo opuesto crecía considerablemente. Por lo que decidió dedicar su vida al rock: primero como asistente de Jimi Hendrix y luego
como protagonista.
La década del 60 lo encontró como miembro inestable de
varios proyectos ligados a la psicodelia, (bandas intrascendentes como The Rockin’ Vickers, Sam Gopal y Opal
Butterfly) hasta que en 1971 se sumó a Hawkwind, los líderes del space rock,
circunstancia que le cambió la vida de dos maneras: comenzó a hacerse un nombre
en el mainstream rockero y adoptó definitivamente el bajo como instrumento.
Tras cuatro discos con Hawkwind comenzaron los problemas:
incluso para los altos estándares de drogas de los miembros de la banda el
nivel de excesos de Lemmy era demasiado alto, lo que derivó en su despido, tras un incidente con la policía en Canadá, algo que el bajista perdonaría pero jamás olvidaría.
Motivado por la bronca, Lemmy aprovechó el título del último
tema compuesto para Hawkwind para bautizar su nuevo proyecto, y decidió buscar
algo que se daba pocas veces en el mundo del rock: una segunda oportunidad. Para eso reclutó a dos aliados (Lucas Fox en la batería y Larry Wallis en la guitarra, posteriormente
reemplazados por Philty Animal Taylor y Fast Eddie Clarke) y se lanzó a conquistar el
mundo a puro rock podrido con Motörhead.
Presentados como "la banda más rápida y sucia del planeta", Motörhead siempre eludió las clasificaciones: llegaron muy tarde al primer heavy metal
(término que Lemmy aborrecía) y muy temprano al punk, género tuvo al grupo como uno de sus inspiradores.
Cuando parecía que tras un par de discos clásicos (Overkill y
Ace of Spades) la banda finalmente conquistaría el éxito, problemas internos y
malos manejos llevaron a Lemmy a convertirse
en algo más importante que una estrella de rock: un icono para varias
generaciones.
Sus últimos años los pasó editando discos respetables con la última
formación de Motorhead (el guitarrista Phil Campbell y el baterista Mikkey Dee)
y lidiando con sus cada vez más graves problemas de salud producto de años de
excesos (cuenta la leyenda que ante la posibilidad de realizarse una renovación
total de sangre, el médico que lo atendió descartó la opción porque consideraba
que la sangre humana podía matarlo).
Pocos días después de cumplir 70 años finalmente Lemmy demostró que es humano. Deja como legado 22 discos de estudio, varios clásicos y un lema: "Nacer para perder, vivir para ganar"
Pocos días después de cumplir 70 años finalmente Lemmy demostró que es humano. Deja como legado 22 discos de estudio, varios clásicos y un lema: "Nacer para perder, vivir para ganar"
Y vaya si lo ha hecho.
@aledocarmo
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